Las redes sociales, y el espacio electrónico como un todo, se han transformado, a través de su corta existencia, en la nueva ágora a la que acuden los individuos para compartir ideas, sentimientos, y necesidades. Pero, tal como cada ágora era el centro de una polis, así mismo las redes sociales, la nueva ágora, responde de igual manera a una polis, en este caso la unión de personas de un mismo habla, quedando los distintos Estados reducidos los antiguamente correspondería a los demos, mini-polis dentro de la mega-polis. Aquellos que hacen vida en la nueva ágora se organizan en distintos grupos, tal y como lo hace toda comunidad humana en el mundo real, así, unidos por aspectos comunes (preferencias y gustos, pareceres, actitudes, etc.) los individuos organizados en grupos buscan satisfacer sus necesidades y mantener, de una forma u otra, su libertad e independencia de los otros grupos.
¿Son respondidas las inquietudes políticas de los grupos en la red? Todo depende del interés que tenga el receptor de tales inquietudes. Tal y como en el “mundo real” es evidente que distintos gobiernos responden o no a esas inquietudes realizadas por grupos de personas “reales” (si el gobierno es afín al grupo “X” responderá a sus inquietudes, pero si es antagónico al grupo “Y” no lo hará), lo mismo ocurrirá en el “mundo virtual”.
Aunque todo lo político es público, pero no todo lo público es político, ocurre lo mismo en el mundo virtual. Un gobierno responsable, sin embargo, debería tomar en cuenta estas inquietudes del mundo virtual, tal y como debería hacerlo en el mundo real. En el primero, todo aquél que habla y se comunica , de una forma u otra, lo hace para denunciar sus necesidades, aquellos que se encuentran en la periferia, en los lugares poco poblados y con pocos avances, tienen menos voz que aquellos que viven en lugares céntricos, urbanizados, y desarrollados; y existen, así mismo, aquellos que no participan de la sociedad por ser ermitaños. El mundo virtual tiene sus pares, donde aquellos que hacen vida virtual permanente son afines a los que viven en los centros urbanos, aquellos que apenas comienzan o que no participan mucho de este mundo son afines a los que viven en los lugares alejados, y aquellos que por distintas razones no participan en la vida virtual son afines a los ermitaños.
La inmediatez y fácil acceso a la información publicada por los individuos es de vital importancia para un gobierno responsable que quiera saber las inquietudes de la población, y le hace, al gobierno, su funcionamiento más cercano a los individuos al no necesitar hacer grandes encuestas, lo que es costoso y engorroso. Sin embargo, estas encuestas pueden dedicarse justamente a aquellos lugares donde el acceso al mundo virtual es escaso o nulo.
Entre las funciones principales de la política, según Arendt, está el asegurar la vida y libertad de los individuos; esto tiene también su símil en el mundo virtual, donde no podrían los individuos expresarse sin conexión y sin libertad de expresión.
Pero esto depende de la igualdad y, aunque existe una larga discusión sobre cómo compensar libertad e igualdad, es indudable que la primera sólo es posible cuando todos son igualmente libres, cuando todos son pares iguales de todos. Esto mismo ocurre en la red, donde cada individuo, cada usuario, usualmente tiene acceso a las mismas herramientas que los otros y, por tanto es igualmente libre que los demás.
Al ser todo esto componente de lo que es la política, evidentemente todo lo que atente en contra de la libertad y la igualdad es antipolítico. En el caso de las redes sociales, entonces, todo lo que atente en contra de la supervivencia de las mismas (de las nuevas polis), es igualmente antipolítico.
Existe una línea muy tenue que divide lo político, lo no político, y lo antipolítico, porque, como sabemos, lo no político es aquello que es público pero que no tiene que ver con política pero, ¿quiere decir esto que no tiene influencia en la política? No necesariamente. De igual forma, si los actos políticos que se realizan para mantener la libertad y preservar la vida de los muchos limita o elimina la libertad y vida de unos pocos, ¿es esto antipolítico a pesar de ser político? La respuesta parece depender, al menos en este último caso, de si el que responde es comunitarista o individualista.